Dolor


Cuando tuve a mi hijo, al poco de nacer, empezó a dolerme intensamente, la parte derecha de la espalda, concretamente, el cuello y el hombro. Solamente me dolía la parte derecha y lo asocié a la postura que adoptaba cuando le daba el pecho. 

Para paliarlo, iba ocasionalmente a una fisioterapeuta a que tratara la zona y hacía yoga restaurativo, pero solo encontraba un alivio temporal, al cabo de un par de días el dolor volvía profusamente.

Pensé que cuando dejará de darle de mamar se me iría, pero no fue así. Era muy extraño, no encontraba respuesta a un dolor tan localizado y permanente, a pesar de los cuidados que le daba a esa zona.

En la primera sesión con mi nueva terapeuta, el dolor se fue de repente, se esfumó, desapareció. No me lo podía creer. De un día para otro me sentí liberada de un peso que llevaba meses arrastrando. 

La conclusión fue rápida y certera, necesitaba sacar el dolor que tenía dentro de mí, para que el daño remitiese fuera, en mi cuerpo.

Ha pasado un tiempo y el dolor va y viene. Sé que cuando está presente, necesito preguntarme qué es lo que estoy guardando dentro que quiere salir y no le permito. El cuerpo es mi barómetro emocional que me avisa cuando mis emociones quieren hablar y yo las callo. 



Por eso este blog, para poder expresar, para no enfermar, para sanar, para vivir en libertad conmigo misma.


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